Esta es una obra de ficción y cualquier semejanza con personas, vivas o fallecidas, lugares, eventos o escenarios es puramente fortuita. Todo es producto de la imaginación del autor y se emplea en forma ficticia.
ADVERTENCIA:
El siguiente material contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores y no es recomendable para menores de edad.
La imagen esta extraída de internet, no se ha podido localizar su autor, para autorizar el uso, su fin es sólo decorativo.
LA POZA TERMAL
Era
un día cualquiera, en el cual después de visitar las pertenecías de Isabel, por
el interior del País, se dirigían hacia su lugar de residencia en la costa,
pensaron comer más adelante en un balneario de aguas termales. Isabel estaba
algo estresada pues se habían retrasado bastante tiempo en las diferentes
visitas, además que era la primera vez que viajaba Isabel solo con su
secretario Adolfo. Pues siempre habían hecho ese trayecto con su chofer y
Adolfo, pero en esta ocasión no pudo. Poco antes de llegar al balneario dieron
con los bajos del vehículo contra el suelo, y aunque no iban a mucha velocidad,
pero el motor se dañó por una piedra, y fueron perdiendo el aceite del vehículo
hasta su llegada al balneario, no percatándose en ningún momento de tal suceso.
A su llegada Isabel y Adolfo,
vieron que eran prácticamente los únicos en el restaurante, salvo dos personas más
que estaban sentadas solas, y una pareja lo más peculiar. Él era una persona
muy gruesa, como de unos 60 años, algo afeminado y de rasgos europeos, y en
frente de él, la que parecía su esposa, una mujer esbelta con unos rasgos indios
muy marcados en su cara de unos 30 años, con ropa occidental y de diseño, que
se afanaba en atenderle, y darle todo lo que necesitaba. Le sirvieron la comida
a Isabel y Adolfo, pidiendo Isabel un vino, para acompañar los alimentos, a lo
que Adolfo no pudo acompañar en dicho vino, pues después deberían de continuar
el viaje. Al terminar, quiso Isabel continuar rápido su regreso, a pesar que
les ofrecieron los servicios del balneario, antes de llegar al coche, se dieron
cuenta que bajo este había una gran mancha de aceite negro, que provenía del
motor, estando el vehículo totalmente fuera de servicio, y necesitando una
reparación, que en esos lugares se iba a demorar bastante. Se pusieron en
contacto con un mecánico para que efectuara la reparación, pero este hasta el
día siguiente no podía llegar, con lo cual no había otra opción que quedarse en
el balneario al menos un día, hasta la llegada del mecánico.
Isabel con el enfado que
tenía a consecuencia del contratiempo decidió reservar las habitaciones en el
balneario, e irse a descansar, estaba siendo un viaje nefasto. Adolfo por su
parte decidió ir la zona de baño del balneario, al llegar allí, pudo encontrar
que se estaba bañándose sola la mujer que acompañaba al gay de 60 años. Se
quedó muy sorprendido Adolfo al ver a dicha mujer bañándose, pues aunque antes
la había visto, y se podía adivinar la figura esbelta que podía tener, al verla
en traje de baño aún deslumbrada más, tenía un cuerpo escultural, unos senos
redondos, perfectos, unas piernas interminables, unas caderas de infarto, una
figura deslumbrante, su cabello largo, negro y brillante que tenía en el
restaurante, aparecía ahora cubierto por un gorro de baño.
-
Se decide a entrar -dijo la mujer- el agua esta perfecta.
-
Si, -respondió Adolfo-
Una vez los dos en el
agua se entrecruzaron miradas, que consiguieron poner nervioso a Adolfo, finalmente
se presentaron.
-
Cuál es su nombre –dijo Adolfo
-
María, y su nombre es.- Adolfo
Dándose el típico beso en la mejilla.
- Y su esposa no se decide acompañarle en el baño
- No es mi esposa –respondió Adolfo- Estoy soltero. Ella es Isabel, mi socia y también mi jefa en otros asuntos.
Adolfo no se le podía evitar mirar los pechos de aquella mujer, pues se le veía que a pesar de los 30 años que tenía, los tenia erectos, duros, y muy bien formados, además que se le marcaban sus pezones atreves del bikini, unos pezones grandes, gruesos, mostrado una perfecta alineación de sus pechos.
Pues al darle el beso María sus pechos habían contactado con él, y eso le había causado una agradable sensación. Pues aunque había sido de una forma muy sutil, parecía que había sido con intención.
María se dio cuenta desde el principio a donde se dirigían los ojos de Adolfo, sin importarle lo mas mínimo, además que ella lo veía normal que los hombres dirigieran sus miradas hacia sus pechos, pues no todos los días se podían entrever unos pechos tan perfectos como parecían que se ocultaban tras el bikini.
- Y su esposo, no la acompaña, -dijo Adolfo-
Pues no había duda ella llevaba el anillo de estar casada, un anillo grande, hecho a mano, de oro viejo.
- En el dormitorio, descansando –Respondió María- El viaje le ha resultado muy cansado. Además que tampoco le gusta bañase en las piscinas.
María se alejó un poco nadando sin darle la Espalda y con una sonrisa, volviendo de nuevo al rato.
- Es una historia muy larga, - le dijo María- si es mi esposo, pero como si no lo fuera.
María jamás hablaba de ese tema de su vida privada, pero la mirada de Adolfo le inspiraba mucha confianza, eran unos ojos grandes los de Adolfo, y a ella le encanto, su mirada le transmitía tal confianza, que podría contarle todo, que llevaba ocultando muchos años, que ella siempre había negado a todos, pero Adolfo era diferente no le podía ocultar nada. María lo volvió a mirar sin decir nada, pues disfrutaba mirándole, era tan intensas sus miradas entre ellos que se presagiaba un beso intenso y con pasión. Volviéndose a retirar María nadando de espalda, sin dejar de mirarlo, Adolfo la siguió de cerca.
- Perdone, -Adolfo le dijo- pero me pareció algo extraña la pareja que hacían ustedes, perdone mi intromisión.
- Guárdeme el secreto, pues es la primera persona que le digo esto, pero es usted un desconocido para mí. Pero no sé porque me inspira tal confianza, que no puedo evitarlo decírselo.
Adolfo le transmitía en su mirada tal confianza, que no podía ocultarle nada, era como si el mayor secreto que tuviera en lo más profundo, le oprimiera de tal forma que necesitaba que saliera para confiárselo con él, pues él la comprendería y lo ocultaría con ella.
- Mi esposo es gay, incluso tiene a otro hombre de pareja, y son pareja desde los 15 años.
Despertando aún más la curiosidad de Adolfo, pues no le coincidía nada todo eso. Como podía estar casada con un gay, y además que su esposo tenía una pareja desde los 15 años.
Sonriéndole de nuevo María, mirándole a los ojos que no podía resistirse a dicho encanto.
- Ves Adolfo cómo es una larga historia. Empecé a salir con él, todo el mundo hablaba referente de su homosexualidad, además que era el único heredero de unos grandes almacenes, que gracias a su homosexualidad había conseguido darle un giro al negocio, consiguiendo un aumento grande en las ventas, que él se sentía bien siendo gay, incluso los resultados económicos, también le daba la razón, pero que su familia no lo aceptaba, así para acallar rumores sobre su homosexualidad comenzaron a salir, pues él me dijo toda la verdad.
Continuaba María hablando sin dejar de mirar los ojos de Adolfo, y él hacía lo mismo.
- Estaba de acuerdo con su forma de ser, y le agradecí su sinceridad desde el primer momento. Un día me pidió matrimonio pues estábamos muy a gusto ambos Pero que sería un matrimonio de conveniencia, pero solo lo sabíamos los tres, ellos dos y la pareja de su esposo. Además que dicha boda, le reporto la adquisición del negocio de los grandes almacenes. Además que en la sociedad que se vivía se acallaban muchos rumores, y en consecuencia nos sentíamos todos mejor.
Quedándose callado en todo momento Adolfo, pues no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. María le dijo:
- Perdone por haberle contado todo, que jamás le había contado eso a nadie, pero que no sabía cómo te lo he contado.
Se pusieron ambos a seguir nadando en la piscina de aguas termales. Adolfo quería cambiar de tema de conversación, pues pensó que seguir preguntándole podría hacerle sentir mal.
- Vienen mucho por este lugar, esta es mi primera vez que vengo, y no venía al balneario.
- Vengo mucho –dijo María- Pues me trae gratos recuerdos de mi adolescencia y suelo venir cada cierto tiempo.
De vez en cuando Adolfo sentía unas ganas tremendas de besar a María, pues se cruzaban unas miradas entre ellos muy penetrantes, pero Adolfo temía que si le daba un beso sufriera un tremendo bofetón, de echo ese debía ser el motivo de seguir estando soltero, el miedo que sufría al dar ese paso cuando estaba al lado de una mujer. Además que estaba casada, por conveniencia, o por lo que se quisiera, pero estaba casada.
Finalmente entre nadar un poco, alguna caricia que le hacía María, sin la mayor importancia, pero él no sabía cómo dar ese primer paso para besarla.
Pero más miedo tenia ella en darle un beso que no podía resistirse, pues a pesar de tener 30 años, jamás había besado a nadie, salvo los besos en la mejilla, y alguno en los labios, pero en esta ocasión María tenía unas ganas locas de besar a Adolfo, con un beso profundo acariciar su lengua con la suya, y dejar pasar el tiempo. No sabía el motivo, de tal situación, pero tenía unas necesidades imperiosas de besar a aquel hombre que no llevaba hablando más de 30 minutos, sería su mirada, sería su físico, no sabía que era lo que pasaba, pero tenía unas ganas irremediables de abrazarse a Adolfo, y besarlo con un beso eterno, pero de igual modo, pensaba y como se besa.
Ambos estaban deseosos de besarse, pero ninguno sabia como comenzar, y sobre todo Adolfo tenía miedo a la posible reacción de María, pues estaba casada, en fin cada vez que le venía a la imaginación algo, mas confundido quedaba. Seguían ambos nadando, uno al lado del otro, sin quererse separar, mirándose.
Además que de vez en cuando podía ver los pechos de María, cubiertos por su bikini, y más deseos le entraba de besarla, pues los veía tan perfectos, con sus pezones siempre erectos, que se volvía loco.
María también era participe de ver que se le iban los ojos a sus pechos, y como rápidamente cambiaba la mirada, para que ella no se diera cuenta, pero eso le excitaba mas a ella. Verlo como inconscientemente se le desviaba la mirada, para al rato volver la mirada. María siempre que podía nadaba de espalda para provocar dicha situación y hacer que Adolfo volviera a mirar sus pechos. A ella le encantaba que Adolfo la mirara sus pechos, e intentaba que siempre estuvieran al alcance de sus ojos.
De repente y sin saber cómo, pero se encontraron uno en frente del otro mirándose detenidamente y en silencio, sintiendo Adolfo como los pechos de María estaban en contacto con él, paso sus brazos por la cintura bien marcada de María, y esta le correspondió al instante pasando de igual modo sus brazos por la cintura, sintiendo ahora más fuerte la presión de los pechos de María sobre él, y María de igual modo sintió como sus pechos le pedían estar más fuertemente unido a él, sin pensarlo él la beso, y ella le correspondió, fue un primer beso largo y profundo, de repente María se separó, y se alejó un poco.
- Adolfo perdón por mi acto.
- Disculpe María la culpa ha sido mía, perdóname, pero había sentido ganas de besarla desde el principio, pero que no sabía que le había pasado.
María lo volvió a mirar a los ojos, y se sinceró con Adolfo.
- También he tenido ganas de besarte cuando te he visto, y cada vez que pasaba el tiempo a tu lado más ganas sentía de besarte.
Se volvieron a besar, con otro gran beso largo y apasionado. María sintió por primera vez, como sus pechos descansaban al estar en contacto con Adolfo, le encantaba sentir la presión sobre sus pechos, era la primera vez que sentía ganas que alguien le presionara sus pechos.
Sintió también al abrazarlo una nueva sensación que jamás la había sentido antes, que quería sentir presión en su vagina y fue al notar a través del traje de bajo el pene erecto de Adolfo, que estaba en contacto con su vagina, sintiendo unos deseos incontenibles de frotarse con su vagina, pero lo evito, sintiendo al poco unas ganas locas de orinar, que jamás antes lo había sentido, y menos orinarse en un baño público, pero por esta vez lo haría, no quería desperdiciar ese momento, pero después de aliviarse, noto que no había expulsado orín ella.
Recordó lo leído hace años, y reconoció que había tenido su primer orgasmo. Le había bajado poco la excitación, y su respiración se había tranquilizado un poco, su ritmo cardiaco también, pero seguía estando excitada.
Finalmente y después del alivio sentido por dichos besos, y sin dejar de estar abrazados ambos. Temió María, que podía venir alguien y verlos como unos quinceañeros allí, y que mejor sería ir a un baño privado, pues a ella no le gustaba que alguien pudiera venir y verla, pero tampoco quería separarse.
Además que estaba casada, y aunque ya había hablado desde el principio con su esposo, que no le importaba que tuviera una relación con otro hombre, él lo tenía con su novio desde la adolescencia, pero debido a los perjuicios de la sociedad estaba mal visto que él siguiera soltero, además de la herencia, y claro verla con otro hombre pues aún era peor.
Pasaron a un baño privado ambos, sintiéndose ahora los dos libres, María le confeso:
- Es la primera vez que beso así a otra persona, jamás lo había hecho.
Adolfo se quedó mudo, pues aunque él tampoco tenía tanta experiencia pero jamás pensó que podía dársele tal situación.
María necesitaba quitarse la parte superior del bikini, para que Adolfo pudiera ver sus pechos, era unas ganas tremendas que tenía, y que no quería estar pensando en hacerlo o no, ella no necesitaba, y no quiso pensar en perjuicios.
Quedándose Adolfo boquiabierto al ver los pechos de María eran perfectos, ni grandes ni pequeños, erectos, semejantes, unos pezones marrón oscuro, casi negros, una aurora, perfecta del mismo color, sin ser grande, como la de otras mujeres que había visto, unos pezones que le pedían besarlos. Unos pechos que eran los más lindos que había visto jamás, ni de otras mujeres, ni en fotos, rozaban la perfección para él.
Se abrazó a María, y la fue besando en la boca. Decidió comenzar a explorar las sensaciones que sentiría al irla besando todas las partes de ella. Comenzó a besarle la oreja, notando como se aceleraba su respiración. Continúo por su cuello, sintiendo como María comenzó a emitir gemidos de placer que no podía remediar.
Era la primera vez que María sentía tanto placer, y no podía contenerse, por eso tenía la necesidad de lanzar sus gemidos de placer, a modo de aliviar tanta placer como estaba sintiendo. Finalmente Adolfo llego a sus pechos, y fue succionado sus pezones, igual que un bebe cuando amamanta.
María no pudo resistir expulsar sus gemidos al sentir como su pezón era succionado.
María sintió unas ganas irremediables de presionar con su vagina el pene de Adolfo y de igual modo de frotar su vagina sobre el pene duro. Sintiendo un nuevo orgasmo, mucho más grande que el anterior, dejándola casi sin fuerzas, aliviado únicamente por su gemido de placer.
Adolfo le encanto sus gemidos, eran unos gemidos que jamás había oído, Miro a María, y le veía como le habían salido unas lágrimas del propio placer que estaba sintiendo.
María lo miro Adolfo presintió que le estaba pidiendo que por favor le quitara la parte inferior de su bikini, y que él hiciera lo mismo con su bañador. Separo la parte inferior del bikini de María, encontrándose su vagina, sin nada de bello, totalmente depilada, bajo suavemente a besar la vagina de María, pues le encanto encontrase con una vagina, así de limpia sin nada de bello, y la beso.
María sintió como le estaban besando por primera vez su zona más íntima, y no podía soportar tanto placer al sentir como la legua de Adolfo iba recorriendo su zona más íntima, sintió varios órganos mientras le acariciaban su clítoris, perdiendo la cuenta.
María lo aparto, pues temía perder el conocimiento ya ella le pidió que subiera, pues no podía soportar tanto placer tan seguido, pues si tuvo varios orgasmo cuando la besaba. Pero fue besar su vagina con la lengua, al llegar al clítoris estos eran continuos, y temió que alguien pudiera acercarse al oír sus gemidos de placer. Pues no podía evitarlos, igual que un vehículo necesita expulsar los humos de la combustión del motor, ella necesitaba expulsar sus gemidos de placer, a modo de aliviar tanta tensión como sufría con tanto placer.
Se encontraron de nuevo frente a frente, María con su mirada le pedía que la penetrara, que lo necesitara. Adolfo dirigió su pene para penetrar la vagina de María. María no le apartaba la mirada, comenzó a sentir en la entrada de su vagina, como llegaba ese nuevo visitante.
María estaba deseosa de ese instante, y no quería perderse de mirar Adolfo como la iba aliviar de tanta presión. La fue introduciendo poco a poco, parecía un momento interminable. A María le encantaba que fue así tan despacio, y no hizo nada por acelerarlo, sentía un placer extremo, se contenía sus gemidos, para evitar cerrar sus ojos, sentía como su vagina no paraba de manar el jugo del placer. María no podía ya contener tanto placer en su cuerpo, necesitaba expulsarlo de una inmediatamente, ya no podía contenerlo más. Finalmente expulso su gemidos, momento en el término de entrar todo el pene de Adolfo, ya no pudo seguir mirando, cerrándose sus ojos, del placer que estaba sintiendo.
Adolfo veía los gestos que hacia María, para contener sus gemidos, hasta que ya le fue inevitable, María, comenzó a decir,
- sigue así, mas… sigue, no pares, sigue, no la saques, sigue.
Sus orgasmos continuaban uno tras otro, nunca pensó que pudiera ser tan placentero tal acto. Sentía como entraba y como salía el pene de su vagina. Adolfo sintió que iba a eyacular. María lo presintió y le dijo:
- Échalo dentro, que quiero recibir el placer de este momento. Estoy encantada de recibirlo, lo quiero todo.
Adolfo al eyacular agarro a María de la cintura, María quiso unirse más a él en ese momento tan especial. Al sentir como estaba eyaculando Adolfo en su Interior, le llego su último orgasmo de placer, más intenso que los anteriores, dejándola ya sin ningún tipo de fuerza, quedando ambos abrazados, y con la sensación calidad del agua caliente del baño privado, Quedándose ambos sin fuerzas y mirándose, María sentada encima de Adolfo, y con su pene en su interior.
Trascurrió media hora ambos uno encima del otro mirándose sin decirse nada, de vez en cuando se besaban, María recorría con sus besos toda la boca de Adolfo, y le causaba un fuerte placer, como le introducía su lengua en su boca.
- Ha sido maravilloso -dijo María- aunque me encuentro casada, y aunque ya lo he hablado en infinidad de ocasiones con mi esposo, que me daba total consentimiento para tener otra relación con otra persona. No pensé que llegaría este momento pero se lo volveré a pedir a mi esposo.
- Ha sido maravilloso –continuo María- que no había sentido serle infiel pues su matrimonio era de fachada al exterior, que jamás se había besado con su esposo, pero necesitaba hablarlo pues era su esposo y sobre todo su amigo después de tanto tiempo de convivencia.
- Me encantara volver a estar a tu lado –le dijo Adolfo-
- Me ha encantado –dijo María- el haber tenido relaciones íntimas contigo, nunca había sentido una necesidad de hacerlo, y menos lo había sentido, me encantaría volverlo hacer en ese instante otra vez, pero te pediría tiempo.
Adolfo acepto.
- Le había encantado, y que le encantaría seguir estando abrazado a ella por toda la vida.
Volviéndose a besar en un peso apasionado ambos. María seguía aún excitada, de echo las mujeres no todas, van perdiendo la excitación poco a poco, pudiendo durar su excitación casi una hora más, al contrario del hombre que una vez que llega, se acabó en prácticamente el 90%
Continuo Adolfo acariciando sus orejas, su cuello, su boca, María sentía que quería seguir. Comenzó a sentir el pene de Adolfo como comenzaba a ponerse duro de nuevo, empezó a entrar en conflicto lo que había dicho con los sentimientos que manaban de su interior, este himpas de sufría entre que no quiero y me encanta este momento. Volvió a sentir como le venía otro orgasmo, entonces comenzó a dejar de pensar, y centrase en sus sentimientos, comenzó a mover su pelvis sobre el pene de Adolfo. Comenzado sus gemidos.
Miro Adolfo con una mirada que le pedía que la volviera a penetrar. Adolfo capto la señal rápidamente, y actuó. Sintiendo un gran placer al sentir como estaba dentro de ella el pene de Adolfo. No pudiendo evitar el lanzar un
- Siiii, siiii, sigue asiii, no pares por nada del mundo.
Adolfo siguió sus órdenes al pie de la letra, María no paraba de disfrutar de dicho momento, que tanto tiempo había tardado en saborearlo.
Continuando los gemidos de María, y los orgasmos que parecían que no terminaban jamás, hasta que por fin eyaculo Adolfo, en el interior de la vagina de María.
María le agradeció este nuevo momento, y continuaron abrazados los dos.
FIN
Correo electrónico: gallardo.martinez@mail.com
http://wattpad.com/gallardomartinez
Me ha gustado la historieta, sigue así
ResponderEliminarEsta muy bien
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