sábado, 24 de mayo de 2014

EL NARANJO



Esta es una obra de ficción y cualquier semejanza con personas, vivas o fallecidas, lugares, eventos o escenarios es puramente fortuita. Todo es producto de la imaginación del autor  y se emplea en forma ficticia.
 
 
ADVERTENCIA:
El siguiente material contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores y no es recomendable para menores de edad.
 
 
La imagen esta extraída de internet, no se ha podido localizar su autor, para autorizar el uso, su fin es sólo decorativo.
 


EL NARANJO



Era una noche de verano, un calor insoportable, mi esposa tomo esa noche una pastilla para poder dormir. Decidí levantarme e ir al patio a fumar un cigarrillo, para ver si conseguía encontrar el sueño perdido. Todos en casa parecían dormidos. Al llegar al patio, me encontré en la misma situación que la mía, a la chica de servicio, ella tampoco podía dormir, y salió a tomar algo de aire fresco.

Llevaba como dos meses trabajando con nosotros. Tiempo suficiente para enamorarme de su sonrisa, sus nalgas respingonas, sus caderas de vértigo. Esta vez estaba en camisón, se le transparentaba todo su cuerpo, pude verle perfectamente sus pechos, sus pezones marrón oscuro en contraste con su camisón blanco. No pude evitar mirarla con ojos de deseos. Nos quedamos uno frente al otro, en silencio, mirándonos fijamente. Sin saber porque, sentí unos deseos incontenibles de besarla. La miré a sus ojos, y sentí la confianza para besarla. La bese, y me correspondió.

Aprecie el rico sabor del beso de una mujer latina, fundido con la pasión. Me separe por un breve instante para comprobar que era todo real, para volvernos a mirar a los ojos, volviéndonos a fundir en un nuevo beso más apasionado que el anterior. Fui explorando su cuerpo con mis manos, acariciando sus nalgas, sus pechos, no paraba de sentir la pasión de ese instante. De repente sentí como su vagina quería fusionarse con mi miembro con total libertad, la libere de su ropa interior. Allí estaba su vagina, húmeda, esperando a que nos fusionáramos. Pronto comenzó nuestro baile secreto, en el silencio de la noche, y bajo el naranjo, testigo de nuestra pasión desenfrenada. Al pausar nuestro baile, me miro diciéndome:

-       Guarda nuestro secreto en silencio, como lo guardo yo.

Despidiéndonos con otro beso apasionado.
 
FIN


Autor: Gallardo Martínez
Correo electrónico: gallardo.martinez@mail.com

 



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