Esta
es una obra de ficción y cualquier semejanza con personas, vivas o fallecidas,
lugares, eventos o escenarios es puramente fortuita. Todo es producto de la
imaginación del autor y se emplea en
forma ficticia.
ADVERTENCIA:
El siguiente material
contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría
ser considerado ofensivo para algunos lectores y no es recomendable para
menores de edad.
La
imagen esta extraída de internet, no se ha podido localizar su autor, para
autorizar el uso, su fin es sólo decorativo.
EL NARANJO
Era una noche de verano, un calor insoportable, mi
esposa tomo esa noche una pastilla para poder dormir. Decidí levantarme e ir al
patio a fumar un cigarrillo, para ver si conseguía encontrar el sueño perdido.
Todos en casa parecían dormidos. Al llegar al patio, me encontré en la misma
situación que la mía, a la chica de servicio, ella tampoco podía dormir, y
salió a tomar algo de aire fresco.
Llevaba como dos meses trabajando con nosotros.
Tiempo suficiente para enamorarme de su sonrisa, sus nalgas respingonas, sus
caderas de vértigo. Esta vez estaba en camisón, se le transparentaba todo su
cuerpo, pude verle perfectamente sus pechos, sus pezones marrón oscuro en
contraste con su camisón blanco. No pude evitar mirarla con ojos de deseos. Nos
quedamos uno frente al otro, en silencio, mirándonos fijamente. Sin saber
porque, sentí unos deseos incontenibles de besarla. La miré a sus ojos, y sentí
la confianza para besarla. La bese, y me correspondió.
Aprecie el rico sabor del beso de una mujer latina,
fundido con la pasión. Me separe por un breve instante para comprobar que era
todo real, para volvernos a mirar a los ojos, volviéndonos a fundir en un nuevo
beso más apasionado que el anterior. Fui explorando su cuerpo con mis manos,
acariciando sus nalgas, sus pechos, no paraba de sentir la pasión de ese
instante. De repente sentí como su vagina quería fusionarse con mi miembro con
total libertad, la libere de su ropa interior. Allí estaba su vagina, húmeda,
esperando a que nos fusionáramos. Pronto comenzó nuestro baile secreto, en el silencio
de la noche, y bajo el naranjo, testigo de nuestra pasión desenfrenada. Al
pausar nuestro baile, me miro diciéndome:
- Guarda nuestro
secreto en silencio, como lo guardo yo.
Despidiéndonos con otro beso apasionado.
FIN
Autor:
Gallardo Martínez
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