miércoles, 2 de abril de 2014

DESEO DE MUJER

Autor: Gallardo Martínez

 
Esta es una obra de ficción y cualquier semejanza con personas, vivas o fallecidas, lugares, eventos o escenarios es puramente fortuita. Todo es producto de la imaginación del autor  y se emplea en forma ficticia.

 
ADVERTENCIA:
El siguiente material contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores y no es recomendable para menores de edad.
 
 
La imagen es propiedad de Patricio Calut, está extraída de la siguiente web: http://pcfotografia.wix.com/patriciocalutfotografia#

DESEO DE MUJER

Era mi primer trabajo, de profesora de secundaria, en provincias, en el interior del país, era un lugar muy alejado, a saber cada cuanto tiempo podría regresar a mi ciudad. Era un lugar que hacía poco tiempo lo consideraba seguro por el gobierno, pues antes era una zona en la cual actuaba la guerrilla, e iba con algo de miedo y mucha cautela.

Al poco de llegar y de ir conociendo a mis alumnos, sentí una atracción especial por una de mis alumnas, que después de casi 20 años aún la sigo teniendo, no es que me considerara lesbiana, o como quieran catalogarme, pues yo sé cómo soy, y no me afecta los posible comentarios. Pero veía en aquella chica algo especial que me atraía, sería su corazón, sería su ser espiritual, en verdad no sabía que era, pero me fascinaba, quería abrazarla, besarla, besar su cuerpo, acariciar lo más íntimo de ella con mi lengua y oírla gemir de placer, quería fundirme con ella y ser uno solo, quería estar a su lado y embriagarme del magnetismo de su espíritu. Se llamaba Verónica, bueno se llama aún. Tenía cuando la conocí, 18 años recién cumplidos, era una chica de provincias, tenía la inocencia de una chica que aún era virgen, inocente, de gran corazón, sin malicia alguna. Me sentía atraída físicamente por ella y mentalmente.

Los días iban pasando, hasta que un día paseando sola me cruce con Verónica, me comento que me veía siempre sola, y comenzamos hablar. Desde ese día empezó nuestra amistad. Fuimos saliendo muchos días, era también una de mis mejores alumnas, pues era muy aplicada. Por eso jamás pensé que su amistad podría venir con otras intenciones, era un corazón limpio, como su sexualidad. Conforme pasaban los días más me sentía atraída por ella, era como un espíritu inmaculado, todo en ella era bondad, no se le veía interés ni malicia, por eso pensé al principio que venía mi atracción hacia ella.

Por aquel entonces tenía 24 años, estaba soltera y sin compromiso, aunque mi primera experiencia sexual la había tenido con una compañera de colegio a los 13 años, fue mi enamorada, sentía que mi cuerpo iba cambiando, y mi sexualidad despertando. No sentía confianza con los chicos de mi edad, todos eran muy niños. Pero Susana era mi amiga, y un día estudiando en su casa, sin saber cómo, nos besamos apasionadamente, quedándome a dormir esa noche en su casa. Nadie sospecho nada, pues fue muy normal. Pasamos muchas noches juntas, y fuimos ambas explorando nuestros placeres íntimos. No me consideraba lesbiana, pues también nos gustaban los chicos, pero con ellos no se podía hacer nada, tampoco podía ir con un chico más maduro, pues no estaba bien, para una señorita de mi posición social, pues no me conformaba con pasear de la mano, hubiera querido estar haciendo el amor a diario. Pero Susana apagaba mi fuego interno, y de igual modo también conseguía apagar sus deseos más íntimos, y nadie sospechaba nada. Siempre sería una señorita pura y casta, aunque me gustaba más el sexo que a una ninfómana.

Fuimos pasando toda la secundaria junta, sin que nadie pudiera sospechar absolutamente nada de nuestro romance, en el último año de secundaria, ambas tuvimos nuestra primera relación con unos chicos de la universidad.

Pasábamos muchas noches juntas las dos, al principio nuestras experiencias sexuales más bien fueron un fracaso, pues no conseguíamos tener un orgasmo pleno, aunque tampoco lo sabíamos. Un día probamos en introducirnos una pequeña linterna, uf que fracaso. Mejor ni recordarlo. Lo único bueno eran los besos que nos dábamos, eran apasionados. Sabíamos que en nuestros cuartos y a la hora de irnos a dormir nadie nos molestaría, y eran fabulosos, nos denudábamos ambas sin dejarnos de besarnos. Nos íbamos a la cama totalmente desnudas, allí nos íbamos explorando sin prisa.

Un día por casualidades del destino, encontré una revista pornográfica de mi hermano mayor, allí vimos imágenes que nos ayudaron a tener nuestro primer orgasmo. Bueno nos faltaba algo, un pene. Pero aprendimos que había algo mejor que un pene, la lengua sobre nuestras vaginas. La primera vez fue maravilloso, pues nuestra sintonía fue perfecta, si le besaba una zona que le gustaba a Susana, inmediatamente ella besaba esa parte. Fue nuestro primer orgasmo, sentí que me iba a orinar, pero pare, por si en verdad me orinaba, pero nada salió, continuamos después y al rato de que Susana me estuviera besando igual. En verdad pensé que estando tan a gusto así, no iba a parar para ir al baño otra vez y no orinar nada. En esta ocasión me dije si se escapa algo, digo “Uy perdón” pero no iba a separarme por nada, era tan rico, además que también me gustaba estar besando la vagina de Susana. Al sentir que me orinaba, se cerraron los ojos de placer, tuve que contener un gemido que salía de mis adentros, sintiendo un gran alivio después de nuestro primer orgasmo pleno. Ambas lo tuvimos.

Susana no pudo remediar un pequeño gemido de placer, seguidamente su vagina estaba más rica, me encanto mucho saborear su vagina, después supe que había manado el jugo del sexo. Quise seguir saboreándola, pues me gustaba, a mí también me encantaba que Susana estuviera recorriendo mi vagina con su lengua. Seguimos dándonos cuenta que no parábamos de disfrutar, fue maravilloso, venían uno tras otro sin cesar. Quedamos dormidas las dos abrazadas esa noche, pues se nos fue todas nuestras ansiedades.

En la mañana hablamos y dijimos de repetir cuando estuviéramos solas, pues había sentido ganas de gemir y quería hacerlo sin necesidad de reprimirme. Susana se rio, al ver su expresión no pude evitar reírme también, pues las dos sabíamos que Susana no lo había podido evitarlo su gemidos. También hablamos de las ganas de orinar Susana me confesó que se había orinado un poco, que estaba tan a gusto, que si decía algo, me diría perdón, y volvimos a reírnos, pues lo mismo me sucedió a mí. Pero no hubo orín, sino un líquido que estaba bien rico le dije. Entendimos, que esas ganas de orinar era como el semen de los chicos, y nos gustó a las dos, así que ya sabíamos que íbamos hacer todas las noches, disfrutar como locas, sin temor a quedarnos embarazadas, y siendo vírgenes, pues no habíamos tenido relaciones con chicos, aunque habíamos probado desde una linterna a los bananos, pero eso no contaba. Lo que contaba es que estudiábamos mucho las dos, y jamás estuvimos con chicos.

En la tarde nos quedamos solas, y rápido empezamos nuestro juego novedoso. Me excitaban rápido la forma de besar de Susana, eran besos con unas ganas locas, no eran besos por que sí, sino con ganas, con deseo, con pasión, solo tenía en mente una cosa en ese instante, besarme, y de igual modo lo hacía con ella, nos desnudarnos más rápido que nunca, teníamos unas ganas locas de comenzar a besar nuestras vaginas. Nos tumbamos en la cama, y allí comenzamos a disfrutar de nuestros cuerpos. Habíamos cerrado la entrada de la casa, para evitar visitas no deseadas, y pusimos la música bien alta, para que nadie pudiera oír nuestra canción privada. Nos besamos con tal ganas nuestras vaginas, pues disfrutábamos el doble, uno por besarla, y otro porque no la besaban, éramos agraciada, no habría hombre que nos pudiera causar tanto placer como nosotras mismas. No teníamos que decir más rápido, o más lento, era como mirarse en un espejo. Bajaba el ritmo Susana y de igual modo lo hacía, movía la lengua hacia mi clítoris, y eso estaba haciendo.

Así con esa coordinación tan perfecta pronto comenzamos a disfrutar sus gemidos más placer me causaban, fue maravilloso. La cantidad de orgasmos que sentíamos no cesaban, hasta que nos faltaron las fuerza, ya no podíamos ambas hacer nada, estábamos extasiadas de tanto placer. Fue tal el ímpetu en dicha relación que se nos quedó las vaginas algo escocidas, y estuvimos varios días sin hacer nada entre nosotras.

Otra cosa que aprendimos que debíamos depilarnos nuestras zonas íntimas. Lo vimos en la revista de mi hermano, pero no entendimos muy bien. Pero conforme nos besábamos nuestras vaginas aprendimos que mejor era sin bello.

La primera vez que nos depilamos, lo hicimos con unas pinzas, y bello a bello, lo fuimos quitando todo, fue una experiencia bonita, pues tenía la vagina de Susana delante mío, la estaba tocando, la podía besar cuando quisiera, y la iba descubriendo poco a poco, parecía interminable quitar todos los bellos uno a uno, pero era maravilloso hacerlo, me excitaba quitándoselo. Pues de vez en cuando lo acariciaba con mi lengua, y me gustaba, lo olía, lo veía con total tranquilidad, era maravilloso. Tuvimos la curiosidad de introducirnos el dedo primero, y después otro más, y “vualá” funciono, lo más fácil, ni linternas, ni plátanos, ni el mango de la alcachofa de la ducha ni nada, nuestro dedo, la herramienta más útil para causarse placer una chica. Que invento más maravilloso, nuestros deditos. La de veces que me han relajado mis deditos. Incluso quitarme el dolor de cabeza. Un dolor, un dedito, ni pastillas, ni nada, un dedito, te relajas, y fuera dolor de cabeza. Hasta encontramos mientras nos depilábamos el famoso punto G, antes de saber que existía. Que risas se nos escapó, el día en que en clase lo explicaron.

Así transcurrió nuestra segundaria, dedito por acá, lengüita por allá, y las más felices, del mundo y sin probar un hombres las dos.

El último año de secundaria fue especial, conocimos a unos chicos de la universidad, mayores que nosotras, y algo más maduros, pero no tanto. Una noche las dos perdimos nuestra virginidad oficialmente, aunque creo que la fuimos perdiendo poco a poco, solo nos faltaba tener un pene en nuestro interior. La verdad que disfrutaba más con Susana, pero había que probarlo.

Ese verano que terminamos la secundaria, fue pleno, pues un día con Susana, otro con David, o incluso ambos, pero jamás juntos. Fui disfrutando más del sexo con David, me encantaba que me penetrara, también disfrutaba mucho con su pene.

La primera vez que le hice una mamada a David supo feo su pene, y me dije que no volvería, hasta que un día nos bañamos juntos, y ya supe, que debería estar bien limpia antes de introducirla en mi boquita. También le anime a David que se depilara su zona íntima, aunque lo que hizo fue rasurárselo, prefería depilado, pero algo era. Pues cuando me introducía sus testículos con mi boca, siempre aparecía un dichoso bello, y era feo, así rasurado todo él, era más apetecible introducirlo en mi boquita. Explorar los pliegues de sus testículos con mi lengua era maravilloso. Algo tan delicado, tan frágil, que aumentaba de tamaño y dureza al paso de mi lengua, me encantaba, algo tan frágil, y duro a la vez, era solo para mí.

También introducirme su pene en mi boca me fascinaba, ver su expresión, saber cómo podía dejarlo dormido, ver como brotaba su semen, saborearlo, tragármelo.

Introducírmelo todo, y ver su cara de sorpresa era maravilloso, ver como empezaba besando los laterales de su pene, comenzar a introducirlo en mi boca, ir succionándolo conforme movía mi boquita, tenerlo dentro de mí. Prácticamente acariciarlo con mis labios, era una sensación más placentera para mí, que la que podía sentir David, mientras se la chupaba.

En fin al llegar el otoño, nos fuimos alejando poco a poco ambos, un día él me decía que estaba lejos y no podía, al siguiente estaba cerca y no quería yo, y así poco a poco nos fuimos dejando de ver. Susana marcho fuera del país a estudiar, pues un familiar de Estados Unidos, le había conseguido una visa, y poder estudiar allí, y marcho. Nuestra relación se terminó, solo nos veíamos en navidades, pues en verano no regresaba hasta que terminó, para volver a marchase otra vez al mes de venir, pues iba a trabajar en Estados Unidos.

Susana se casó, tuvo un hijo, y se divorció, cuando regresa quedamos para volver a vernos, y tener nuestros encuentros íntimos, pero nada como aquellos de secundaria. También me case, y tuve un par de niños por dicha razón no me considero lesbiana, pues aunque tengo más disfrute con las mujeres también esperaba tenerlo con los hombres, pero no fue posible, de siempre he disfrutado más con una mujer, que con un hombre.

Durante mis años de universidad, no tuve pareja estable, ni chico ni chica, si bastantes esporádicas. Tampoco encontré ninguna mujer que quisiera una relación estable, tampoco encontraba a quien me causara tanto placer como Susana.

Volviendo a Verónica, cada día me sentía mas atraída por ella, pero ella eludía todas mis intenciones, no sé si por miedo, por temores con ideas preconcebidas, porque no se daba cuenta, pues siempre estábamos juntas. Tampoco me sentía con fuerzas de besarla, podía acariciarla, alagarla, piropearla, todo le encantaba, pero jamás sentí fuerzas como para besarla, aunque si muchas ganas. Pero escabullía mis miradas, pero algo en mi interior de siempre me decía que algún día conseguiría besarla, y una vez que nos besáramos sentiría el amor que la he procesado por ella, y de igual modo ella me amaría.

Hablábamos mucho, incluso le parecía bien el amor entre mujeres, o entre hombres. Pero no conseguí una mirada suya que me diera la confianza para besarla. Temía perderla, y necesitaba llegar a un punto, en el cual no le importara probarlo.

Durante mi estancia en aquel lugar, al estar sola en la noche, rara vez no me venía a mi mente como podría ser nuestro primer encuentro, incluso pasado los años, sigo imaginando como podría ser mi momento intimo con Verónica. Me imaginaba que la besaba, ella al principio se resistiría pero por timidez, por pudor, pero lo ansiaba tanto como yo. Pasado un breve rato me abrazaría, y sentiría como su lengua se fundía con la mía, le acariciaría sus pechos, y ella haría exactamente lo mismo con mis pechos. Se quitaría la parte superior de su ropa, mostrándome la belleza de sus senos, para mi deleite, de igual modo haría yo. Seguiríamos besando, sin ninguna prisa, con todas las ganas contenidas durante todo el tiempo pasado. Tomaría la iniciativa, y le iría besando todo su cuerpo, que solo sintiera placer conmigo. Acariciaría su vagina, como una mujer sabe hacer, para arrancarle su primer gemido de placer, que no pudiera remediar emitirlo, seguir amándola. Que sintiera tanto placer por dicho momento, que la hiciera adicta de por vida. Que jamás se alejara de mi lado.

Iban pasando los días y más atraía me sentía hacia Verónica, pensé en besarla en alguna ocasión, pero algo me decía, que le iba a gustar, pero lo iba a rechazar, pues aún no había conseguido dar en la tecla precisa de Verónica, para que dijera lo pruebo. Es como el niño que dice no me gusta la Coca-Cola, y nunca la prueba, cuando ve algo similar que le van a dar, igual dice que no, y jamás consigue dar con la palabra precisa, para que lo pruebe, y que diga, Uy pues si esta rica. Pues igual Verónica, estaba cerrada en banda. Pero el problema más bien era mío, pues no conseguía dar con la palabra adecuada. Crear el ambiente adecuado para esa primera vez.

Pasaban los días y temía irme de allí, pues mi contrato era por un curso, y al año siguiente era posible que no estuviera allí, y ya me resultaría más difícil conseguir a Verónica. La clase de Verónica decidió hacer una excursión de fin de curso, me pareció estupendo acompañarlos, pues a Verónica le encantaba dicho lugar, era una zona de baños, acampadas, en fin parecía un lugar propicio para probar a besarla. Se fue planificando toda la excursión, todos estábamos ilusionados. Los alumnos por ir, por mi parte también, pues podría pasar la noche al lado de Verónica, estaríamos bañándonos, en fin seguro saldría todo bien. Hasta llegue a pensar que Verónica que ella había planeado esto para nuestro fin.

Por fin llego el día de la excursión, cada cual estaba ilusionado con sus planes que tenían en mente. Tomamos todos un vehículo para dicho lugar que estaba a un par de horas en vehículo. Verónica se sentó a mi lado, eso me dio más ilusión para mí. Llegamos y era un lugar con un buen microclima, era caluroso, con mucha vegetación, un gran rio, unos baños con aguas cálidas. Una zona de acampada, en la cual se podían hacer fogatas, lo veía todo muy bien, era un lugar perfecto para conseguir mi objetivo anhelado durante este último año. Pusimos las tiendas de campaña para la noche, al terminar de acomodar todas las cosas, fuimos a bañarnos. Verónica y yo dormíamos en la misma tienda, con otras dos chicas más. Dormiría en el medio, Verónica a mi lado y a un extremo de la tienda, todo parecía salir mejor que lo había pensado. Nos pusimos las dos el traje de baño en el interior de la tienda, fue la primera vez que la contemple desnuda, Uf me hervía la sangre de estar las dos tan cerca y desnudas. Tenía un cuerpo maravilloso, más lindo de lo que había podido imaginar, unos pechos erectos y pequeños, posiblemente sería la primera persona que se los veía. Se desnudaba con total naturalidad, que más atraída me sentía a ella. Se puso su bikini y salimos. En el baño la pude contemplar disfrutando del agua, que mi corazón se aceleraba, sentía unas ganas imperiosa de besarla, pero estaban el resto de alumnos allí, si la acaricie como el que no lo quiere, así conseguía calmar mis ansias de abrazarla y besarla. Terminamos el baño y nos dispusimos a cenar y preparar las fogatas. Sería una noche maravillosa.

Cenamos al lado de las fogatas, reí como hacía tiempo, fue estupendo, hacía tiempo que no lo pasaba tan bien, para mayor alegría la mujer que tanto anhelaba estaba siempre a mi lado. A la hora de dormir, nos fuimos a las tiendas, Verónica pronto se quedó dormida, estaba muy cansada, yo no pude dormir, sabiendo que la tenía al lado, que estábamos durmiendo tan juntas, la abrace incluso bese sus carnosos labios, pero ella dormida, y yo enamorándome más de ella. Pensé en besarla apasionadamente, pero temí que alguna de las chicas que dormían también al lado nos descubrieran, y me contuve.

Al día siguiente fui la primera persona que la vi despertarse, seguía estando linda al despertarse, no pude contener las ganas acumuladas todo el día y la fui a besar en los labios, para darle los buenos días, pues eran mis mejores buenos días que sentía. Al besarla, Verónica se apartó, y en un acto reflejo mío, ante ese movimiento repentino, le bese la frente. Verónica se quedó muda, pues se apartó repentinamente, y mi excusa fue que le daba los buenos días con un beso en la frente, algo que cualquiera puede hacerlo, como muestra de agradecimiento.

Verónica se disculpó, pues no supo que le paso, (en verdad se vio amenazada por un beso en los labios que no deseaba) paso el día y este se enfrió bastante, ya no estaba siempre a mi lado Verónica, la note algo más distante, en la tarde se volvió a mostrar cariñosa conmigo. Volvimos a pasar la velada junta, y la noche, volví a dormir abrazada a ella. Pero la note más distante.

De regreso al día siguiente, no me sentí tan bien, pues me precipite, me sentía mas enamorada si era posible de Verónica. En dicha excursión contemple a Verónica disfrutar, la vi desnuda, dormimos juntas. Seguía teniendo mis dudas ante si quería tener algo más conmigo, pues aunque en un primer momento se sintió distante, pronto volvió a comportarse con total normalidad conmigo, incluso el segundo día, pensó que también le iba a besar en la frente al despertarse, en verdad la bese en la frente el segundo día después que lo dijera. La volví a ver totalmente desnuda el segundo día. En fin volvió a la misma normalidad de antes. Algo en mi me decía que la tendría siempre a mi lado a Verónica, como amiga, pero sin nada de sexo. Aunque es posible, que en un momento de debilidad emocional, nos besáramos, y entonces la tendría toda la vida a mi lado.

Al curso siguiente salió una plaza en otro lugar, pero seguí manteniendo la amistad con Verónica. Han pasado ya cerca de 20 años de ese año, y sigamos viéndonos. Ahora resido en Italia, y este año volvimos a estar juntas las dos, coincidimos las dos durante las vacaciones, pensé que su matrimonio no funcionaba muy bien, y que estaría mal emocionalmente, entonces estaría a su lado para consolarla, pero no resulto, pero quien sabe más adelante. Aunque también es posible que Verónica supiera desde el principio mis intenciones hacia ella, pero en su interior jamás lo acepto, pensó que el amor que sentía hacia ella era amistad, no habiendo jamás nada de sexo, y quiso pensar siempre en la amistad que procesaba ante ella. Pues en su interior siempre tendría la imagen, hombre y mujer igual sexo, hombre y hombre igual amistad, mujer y mujer igual amistad.

FIN
Correo electrónico: gallardo.martinez@mail.com

4 comentarios: